Al leer el maravilloso Salmo 23 podemos detectar una declaración que hilvana todo el salmo: Nada me falta. Y es una declaración que llena de paz y confianza sobre un Dios soberano, que cuida de nuestras vidas, así como también una descripción concreta de la cercanía y detalle que nuestro Pastor tiene por cada una de nosotras, sus ovejas, sus hijas.
Sin embargo, ¿cuánto nos cuesta creer en esa capacidad de suplirlo todo de nuestro Dios, cuando se trata de mis debilidades, de mis desafíos, de mis imposibles? Es allí donde me vuelvo, a cada minuto, más consciente de todo lo que me falta y no logro ganar.
Pero Dios no es la alfombra debajo de la cual escondemos toda la “suciedad e imperfección” de nuestra vida, no es su rol tapar todo lo que no está tan bien en mi. Como venimos viendo en este estudio, Dios busca la restauración de sus hijos e hijas, y en Cristo nos dio la revelación y la posibilidad de ser lo que Él soñó que seamos.
Es por eso que cuando recibo, por medio de la fe en Cristo y la Palabra, una mentalidad de abundancia, y ya no de carencia, puedo ver mis vacíos como oportunidades. Sigue existiendo ese espacio entre lo que tengo y lo que quisiera tener, entre lo que vivo y lo que sueño, entre lo que soy y lo que quiero ser, pero no enfrento esa brecha con temor y desánimo; sino con fe y entusiasmo, porque entre esa brecha, entre ese abismo, se genera un puente poderoso fundados en lo que puedo ser en Él.
“Porque a los que Dios conoció de antemano, también los predestinó a ser transformados según la imagen de su Hijo, para que él sea el primogénito entre muchos hermanos. A los que predestinó, también los llamó; a los que llamó, también los justificó; y a los que justificó, también los glorificó.
¿Qué diremos frente a esto? Si Dios está de nuestra parte, ¿quién puede estar en contra nuestra? El que no escatimó ni a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros, ¿cómo no habrá de darnos generosamente, junto con él, todas las cosas?”
Romanos 8:29-32
Por eso hoy quiero animarte a que te amigues con tus espacios vacíos, porque justamente son esos los espacios de oportunidad. La brecha es propósito, sólo si lográs transformar la visión de lo que te falta en posibilidad para crecer y lograr más. Esa sana insatisfacción es lo que te tiene que mover en la vida, porque es lo que te impulsa a encontrar en Cristo el modelo a alcanzar, el desafío justo, el hermano mayor a quien imitar. En Cristo lo tenemos todo, y lo que ahora me falta son solamente oportunidades para que se manifieste en nuestras vidas el Reino de los Cielos con su justicia, su gozo, y su paz.
E imitarlo a Él no es envolverte en perfeccionismo y exigencia, sino por el contrario, en libertad y plenitud de saberse amada y valiosa, así como enfocarte en lo que verdaderamente vale la pena. El Creador sí que sabe qué necesitamos para vivir plenas, y Cristo es el camino para entenderlo.
Por eso, sólo cuando logro ver aquello que me falta desde una visión de abundancia, de Hija de Dios, de co-herederas con Cristo, puedo declarar, como lo hace el Salmo 23, NADA ME FALTA. Sin ese lente de Hija, no hay manera de llegar a un lugar donde sienta que lo tengo todo. Cuando me paro en la abundancia del Reino transformo esa aparente carencia en ganancia, en espacio de acción, en una plataforma para que el cielo irrumpa en mi vida. Eso que hoy para vos es una debilidad, en realidad es el espacio propicio para que el Poder de Dios se perfeccione en tu vida.
Así que esta semana tené presente esta NOTA MENTAL: Eso que te falta, no es carencia, es propósito. Es el para qué de tu vida en esta temporada.
Oracion
Espíritu Santo, llevame a cambiar mi manera de pensar. que pueda dejar de mirar mis debilidades y limitaciones como un problema y empiece a creer en mi identidad en Cristo, mi posibilidad de crecer, de cambiar.
Ayudame a no caer en legalismo ni perfeccionismo, sino siempre mirar a Cristo como la imagen perfecta a quien imitar.
Sana mi mente, sana mis pensamientos. Ayudame a poder florecer en Dios.
En el nombre de Jesús, amén.
Ejercico #1 (personal)
En una hoja hace 3 columnas. En la primera columna escribí 5 aspectos de tu vida que los consideres vacíos, lo que te falta, cosas que no te gustan, que queres cambiar. En la tercera columna escribí la otra punta de lo que te falta, es decir lo que queres lograr. Y en la columna del medio buscá en oración una palabra en la Biblia que ofrezca una oportunidad, un puente entre una punta y la otra, un espacio para que el cielo irrumpa.
Ejercicio #2 (con otra guerrera)
Elegí uno de los 5 puntos que escribiste en el ejercicio anterior y compartilo con otra guerrera. Dejá que ella pueda sugerirte que oportunidad tenes allí.
Ejercico #3 ( para otros)
Pensá en una persona a la que soles marcarle algún defecto. Anotá ese defecto o limitación que ves en él, ella, y al lado escribí cuales son las oportunidades. Empezá a orar por esa persona y a pensar en todo lo bueno que puede surgir de esto. Dejá de mirarla desde la escasez y empezá a ver la posibilidad.