“Porque cual es su pensamiento en su corazón, tal es él” Proverbios 23:7
Ayer reflexionamos acerca de nuestra capacidad para elegir lo que pensamos sabiamente. Hoy vamos a ir un paso más profundo para entender por qué nuestros pensamientos realmente son tan importantes. Dios, que nos creó y nos conoce por completo, nos dejó en la Biblia muchas perlitas que nos permiten entendernos más a nosotros mismos. Este proverbio es una de ellas. Aquí se nos dice que como pensemos, así nos transformaremos o así seremos.
¿Por qué ocurre esto? Porque en nuestra mente nos encontramos con el siguiente circuito: un pensamiento nos lleva a una emoción, y esa emoción a la acción. Esto sucede todo el tiempo sin que nos demos cuenta. Por ejemplo, si pienso "estar atrapada en el tráfico es lo peor que me puede pasar", eso me va a generar alguna emoción, probablemente enojo, lo cual me va a llevar a algún tipo de conducta: tocar bocina, gritarle al de adelante, o responderle mal al siguiente que me hable. Ahora bien, este circuito, como dijimos anteriormente, se repite todo el tiempo, una y otra vez automáticamente. Con el tiempo, algunas conductas empiezan a ser recurrentes y se transforman en hábitos. Y estos hábitos terminan influyendo en nuestro carácter. Así que la razón de la importancia de nuestros pensamientos es que éstos nos terminan moldeando.
Pero esto no termina ahí. La repetición de este circuito también implica que muchas veces nosotras repitamos los mismos pensamientos, los cuales se terminan convirtiendo en creencias. Algunas de ellas suelen ser negativas y muchas están tan arraigadas en nosotras que las consideramos como verdades. No las cuestionamos, ni somos del todo conscientes que las tenemos, pero a la hora de actuar, nos limitan. Por ejemplo, "nunca voy a ser suficiente", "no puedo lograr lo que me propongo", "todos piensan mal de mí" y así tantas otras.
Pero hoy vamos a decirle juntas a cada uno de esos pensamientos limitantes: "hasta acá llegaste". ¿De qué manera? En Romanos 12:2 está la clave. Este versículo dice: "No se amolden al mundo actual, sino sean transformados mediante la renovación de su mente. Así podrán comprobar cuál es la voluntad de Dios, buena, agradable y perfecta". Dios quiere transformarnos de adentro hacia afuera: quiere renovar nuestra mente, porque luego eso va a exteriorizarse en nuevas conductas y hábitos, que impactarán también nuestro carácter.
Nos vamos a empezar a dar cuenta que nuestra mente está siendo renovada cuando empecemos a ver algunos indicios: empezamos a vivir con esperanza, a creer que lo imposible se vuelve posible, a vivir sin preocuparnos por lo que vendrá porque confiamos en que tenemos un Padre bueno, ampliamos nuestra capacidad de amar, nos volvemos más rápidas para perdonar, nos transformamos en personas más agradecidas, y tantas otras cosas más.
Esto es un proceso y a veces es lento, como aprender a caminar. Pero Jesús nos está llevando de la mano; nosotras tenemos que estar dispuestas y con expectativa por lo que Él va a hacer, sabiendo que, como dice la Biblia "nosotros tenemos la mente de Cristo" (1 Corintios 2:16), así que tenemos acceso a pensar como piensa Jesús.
Activación: En una hoja, hacé un cuadro de dos entradas. De un lado, anotá todos aquellos pensamientos o creencias que hoy sientas que te están limitando. Luego, en oración, pedile a Dios que empiece a transformarlos por Sus verdades. Andá anotando al lado de cada uno de tus pensamientos lo que Dios te va hablando, puede ser con un versículo o de alguna otra manera pero llevá registro de esto para poder volver a tus anotaciones las veces que necesites. Seguramente este ejercicio te va a tomar más de un día, así que te recomiendo que tengas esta hoja en tu Biblia para ir completándola en los próximos días. Dios va a estar hablando verdades a tu corazón.
Oración: Señor te entrego mi mente, mis pensamientos, mis creencias. Te pido que me enseñes la manera en que pensás: cuáles son tus pensamientos acerca de mí, acerca de mi circunstancia, acerca de este problema… Quiero aprender a pensar y a ver las cosas como vos, desde tu perspectiva. Te pido que renueves mi mente cada día para que pueda experimentar tu voluntad buena, agradable y perfecta.