“Puesto que ustedes ya han resucitado con Cristo, busquen las cosas de arriba, donde está Cristo sentado a la derecha de Dios. Pongan la mira en las cosas del cielo, y no en las de la tierra. Porque ustedes ya han muerto, y su vida está escondida con Cristo en Dios.” Colosenses 3:1-3
Seguramente a todas nos ha pasado alguna vez levantarnos pensando en las mil cosas que tenemos en el día, o acostarnos pensando en que no nos van a alcanzar las 24hs del día siguiente para terminar la pila de cosas que nos falta. Pensamos "tengo que hacer esto, y lo otro", "seguro no llego con esto porque se me superpone con tal cosa". Este tipo de pensamientos nos roban la paz, y así entramos en la vorágine del día.
Esto nos suele suceder cuando tenemos el enfoque equivocado: cuando nos enfocamos más en las cosas de la tierra que en las cosas del cielo. No está mal ser precavidas y planear el día. Por el contrario, estamos actuando con sabiduría cuando planificamos qué vamos a hacer y usamos nuestro tiempo con cuidado. Pero no me refiero a esto, sino a la mentalidad detrás de nuestra forma de ver las situaciones o incluso nuestra agenda.
Cuando nuestra mentalidad es la de intentar controlar todo lo que nos toca hacer en la tierra, terminamos haciendo malabares y muy probablemente, estresadas. En cambio, cuando ponemos nuestra mirada en las cosas del cielo, ponemos en práctica la gran clave de la vida: "busquen primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas les serán añadidas" (Mateo 6:33). ¿De qué cosas hablaba Jesús? Se estaba refiriendo en los versículos anteriores a todas las cosas que nos suelen preocupar: qué vamos a comer, qué vamos a beber, con qué ropa nos vamos a vestir, etc.
Cuando nuestro enfoque pasa de lo terrenal a lo celestial, nuestra vida cambia. En primer lugar, empezamos a ser más conscientes de lo que el Padre está haciendo, de Su obra en medio nuestro y nos empezamos a mover de acuerdo a Su guía: bendecimos nuestro ambiente, hacemos declaraciones de fe, estamos atentas a los que están a nuestro alrededor.
En segundo lugar, cuando buscamos las cosas de arriba, podemos recibir lo que Dios tiene para darnos, que no es más ni menos que una vida abundante. Incluso nos lo demuestra dándonos mimos todo el tiempo, que a veces pasamos desapercibidos porque nuestra cabeza está en otro lado, y nos perdemos de disfrutar las pequeñas cosas.
Además, cuando nuestra mente está sintonizada con el cielo, experimentamos la verdadera paz (ver Isaías 26:3). Es una paz con la que podemos vivir, porque no depende de nuestras circunstancias, sino de la presencia de Dios. Nosotras podemos estar tranquilas porque nuestra vida está escondida con Cristo en Dios. Él está al control de nuestras vidas. Tenemos un Papá que nos ama desde la eternidad. Y Él es quien llena nuestra vida de propósito.
Para terminar, hagamos un ejercicio de imaginación: si todo este último tiempo en tu vida hubieras tenido unos binoculares en frente de tus ojos, ¿hacia dónde hubieran estado apuntando? ¿Hacia dónde te hubieran dirigido la mirada? ¿Hacia el cielo o hacia la tierra? Fijate un detalle no menor: cuando mirás a través de estos binoculares, lo que sea que estés mirando se agranda, se amplifica e incluso parece más cercano a vos. Creo que todas queremos experimentar la realidad del cielo bien de cerca. Así que si hasta ahora tus binoculares estuvieron enfocados en las cosas de la tierra, hoy es el día para darles una inclinación hacia arriba y que tu vida tome un nuevo enfoque.
Activación: Para cerrar esta semana donde estuvimos sintonizando con el cielo nuestra mente, nuestro corazón y nuestro cuerpo, te propongo que durante el día de hoy vayas anotando en tu celular o en una hoja que tengas a mano todas aquellas pequeñas bendiciones que vas viviendo. Por ejemplo: compartí un tiempo con una amiga, me fue bien en este examen, le saqué una foto al hermoso atardecer, comí mi comida preferida, bendije a esta persona. Cualquier detalle del día que te ponga contenta, sea grande o chico, anotalo. A la noche, antes de irte a dormir, lee todo lo que anotaste, y tomate un tiempo para agradecerle a Dios por todo lo que Él te dio hoy. Este ejercicio te va a ayudar a enfocarte en Jesús, a dirigir tus pensamientos a Él, a poner tu vista en el cielo y a ser agradecida. Incluso te va a ayudar a descansar mejor, porque vas a dormirte pensando en todas aquellas cosas que te da tu Papá celestial. Si te animas, volvé a hacer el ejercicio mañana.
Oración: Señor, hoy decido enfocarme en las cosas del cielo. Quiero tener una mirada en lo eterno, en lo que verdaderamente importa. Suelto el control de todo aquello que me gustaría poder controlar. Confío en tu palabra que dice que todas esas cosas que hoy me preocupan me serán añadidas al buscar primeramente tu Reino. Quiero vivir mi vida con mi mente, mi corazón y mi cuerpo sintonizados con el cielo.