Entonces sus discípulos se acercaron a él y le rogaron: Dile a esa mujer que se vaya, porque viene gritando detrás de nosotros. Jesús dijo: Dios me ha enviado solamente a las ovejas perdidas del pueblo de Israel. Pero la mujer fue a arrodillarse delante de él, diciendo: ¡Señor, ayúdame! Jesús le contestó. No está bien quitarles el pan a los hijos y dárselo a los perros. Ella le dijo: Sí, Señor; pero hasta los perros comen las migajas que caen de la mesa de sus amos. Entonces le dijo Jesús: ¡Mujer, qué grande es tu fe! Hágase como quieras. Y desde ese mismo momento su hija quedó sana. Mateo 15:23-28
Es viernes a la noche y junto con tu familia o amigos deciden ir a cenar a un lugar tranquilo para comer algo rico y disfrutar de una buena charla. Cuando llegan al restaurante los reciben muy amablemente, los acompañan a la mesa, el mozo se presenta y cada uno de los comensales se dispone a elegir el menú mientras suena una suave música de fondo. La velada promete ser muy tranquila y acogedora . De a poco el restaurante comienza a llenarse y casualmente la mesa de al lado también se va ocupando. Primero llegan dos chicas a las cuales se las ve muy serenas y conversando en voz baja, pero en cuestión de minutos llega una más y luego otra y a los segundos un par más… los minutos transcurren y finalmente una mesa para 15 está repleta de mujeres. Ya se pueden imaginar el panorama, lo que prometía ser una cena tranquila para charlar juntos como familia pasó al olvido de un momento a otro.
Seguro esta escena te parece familiar, ya sea porque tu velada se vio interrumpida por los gritos de la mesa de al lado, o bien porque sos de las que cuando salís a cenar con amigas, todo el lugar sabe que uds están allí ya que el volumen de sus voces lo hace más que notorio.
Las mujeres juntas somos ruidosas, eso ya lo sabemos, incluso tenemos el don de hablar todas juntas al mismo tiempo e increíblemente nos escuchamos y entendemos sin la mínima dificultad.
¿Qué pasaría si hoy descubrimos que la habilidad de levantar la voz, incluso de gritar cuando muchas mujeres estamos juntas en un lugar , es parte de nuestro diseño? A través del grito expresamos distintas emociones: algunas de ellas pueden ser desesperación, miedo, angustia , tal como lo hizo la mujer sirio fenicia del pasaje que leímos anteriormente. Ese grito fue lo que atrajo la atención de Jesús y recibió su milagro. También hay gritos de alegría, de euforia, de adoración y exaltación.
Así como en una cena con amigas, donde pareciera que competimos por ver quién habla más fuerte, hoy la tierra necesita escuchar el ruido de nuestros gritos. Juntas gritamos más fuerte y más efectivamente. Es tiempo de gritar por la sanidad de nuestras hijas e hijos, hoy le decimos a la mujer Sirio Fenicia que aprendimos de su ejemplo y que sus gritos de desesperación fueron aleccionadores, ahora sabemos que no es malo gritar, que Jesús mismo se detiene y obra cuando nos escucha.
Activación: En el próximo encuentro de Guerreras vamos a tomarnos un tiempo para hacer mucho ruido en el mundo espiritual. No te quedes afuera, vení lista para gritar, porque cuando las guerreras gritan, el cielo escucha.
Oración: Señor, hoy comprendo que cuando estamos juntas levantamos fuerte nuestra voz porque esto es parte de tu diseño. Estoy dispuesta a gritar con y por mis hermanas. Gritaré por y con aquellas que celebran pero también lo haré por y con las que necesitan un milagro, juntas llamamos la atención del cielo. Gracias Señor porque juntas gritamos más fuerte.